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Tata

Un detalle, un mundo.

Aquella noche había prevista una cena de clase: todo segundo de comunicación de tardes en el mismo restaurante del que siempre les acababan echando. Aunque se decidió tardíamente, la mayoría de los que se veían cada día en clase iba a ir. Parecía una reunión organizada con poco tiempo pero que iba a dar la impresión de ser una velada con sorpresas. Les quitaron la última clase (de 6 a 7'30pm), y después de leer el breve y directo cartelito de la puerta del aula, se decidió por ir a visitar a su hermana mayor a su nuevo piso.
Se sentaron y fumaron explicándose los pormenores, o no tanto, de los trabajas de limpieza de su nuevo hogar. Finalmente se decidiron por ir a un ligar donde tenían pollo con salsa de mango. Recogieron sus cosas y salieron a la calle con apetito. Después de encontrarse por la calle un par de sillas, una mesa y un aparador de tiendo para chocolates, y de volver a casa pra dejarlos en la entrada, se sentaron en una diminuta mesa y cenaron tranquilamente.
Hablaron de la "nueva vida" que se emprende cada vez que uno hace algún cambio importante y repentino. Rieron recordando las patosidades y anécdotas de cuando ella todavía no medía un metro. Comieron aunque el pollo picase, y discutieron sobre los nuevos compañeros de piso de su hermana mayor. Más tarde, y después de dos botellas de vino, apareció su hermana pequeña en coche. Las tres hermanas improvisaron una discusión familiar en la calle, y después de despedirse la mayor y la pequeña, las dos hermanas se alejaron con el coche dirección al negro mar. La hermana mayor caminó hacia su piso y se encendió un cigarrillo.
Las dos inseparables hermanas hablaron de la cena y del próximo viaje a París que iban ha hacer la menor y su novio. Rieron, hablaron, compartieron silencios y cantaron las dos en el coche. Cuando llegaron a casa, y después de estar un rato hablando con su madre en la cocina, sus compañeros de la facultad la llamaron al móvil. Todos gritaban que viniese a tomar el café, algunos canturreaban su nombre y otros se reían de los que cantaban. Ella insistió en que estaba cansada y en que no tenía dinero para coger un taxi. Uno llegó a ofrecerse para pagarle el transporte, pero ella se lo tomó con humor e insistió en que quería irse pronto a la cama. Se despidieron con unos pomposos pero inocentes piropos, y ella subió a su habitación. Mientras se lavaba los dientes, su mente empezó a funcionar muy aprisa. Se miró a los ojos en el espejo, bajo la mirada para ver lo que llevaba, luego volvió a mirar hacia su reflejo y bajó las comisuras de los labios cuando vió su rizado, encrespado y sucio pelo. Se enjuagó, apagó la luz y puso la cabeza sobre la almohada. De cara a la pared se pasó la lengua por los dientes y perdió la mirada más allá de los muros de su habitación. Se sintió mal. Tenía ganas de ir, y al principio iba a ir. Pero después de ese pulcro cartel y de llamar a su hermana mayor, sabía que su decisión fue la correcta. Con ellos se lo podría haber pasado muy bien, todos eran muy amigos, había confianza aunque a veces pensabas otras cosas. Pero no. Nada de eso hizo arrepentirse. Por unos segundos, o milésimas, tuvo las ganas y decisión de llamar a un taxi e irse a beber, hablar, bailar, reír y, porqué no, besar. Pero nada sirivó. Las risas con su hermana fueron maravillosas. Aunque la comida picaba, el sabor del vino después de las caladas endulzaba el momento. Hablaron de las dos y sobre las dos, Fue una cena imprevista, improvisada y realizada.
Acostada en la cama se mordió la uña del meñique y se giró hacia la mesita de noche. Las luces del móvil descansaban. Tuvo la tentación de enviar un mensaje a sus amigos, así que cogiço el móvil y tecleeó unas palabras. Dejó el aparato sobre la mesilla y siguió sobando su dedo. Las luces de encendieron y pudo verse reflejada en la pantalla una sonrisa. Se giró y cerró los ojos alegría en el rostro. Esa alegría que tiene uno cuando sabe que ha hecho algo bien. Esa sensación de escalofrío en la espalda, pero calor por todo el cuerpo. Volvió a sonreír y dijo susurrando: "¡cómo la quiero!"

5 comentarios

Ogro -

Aynssss,, mi hermanita que lejos la tengo, cuidamela bien que la tienes cerca. Me gusta

Idoru Case -

Un post muy bonito. La verdad es que cuando alcanzas un grado tan fuerte de confianza con alguien, estar con esa persona es lo mejor del mundo. Aunque también podrías elegir una noche de juerga, diversión y desenfreno con tu hermana.

R -

Totalmente de acuerdo, hay cosas que a pesar de parecer triviales, tienen más valor que casi todo lo demás.

Tata -

Prefiero una cena simple con mi hermana a una noche de juerga, diversión y desenfreno con mis amigos (aunque la propuesta parezca muchisimo mas tentativa

R -

Agridulce sensación de triunfo, lo mejor es que cualquiera de las dos opciones resultaba muy atractiva, en estos casos no es tan importante perderse algún momento divertido como ganar alguno mágico.

PD: A mi también me encantan los mapas.