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Tata

Las curvas de Tarragona

Una chica negra está cantando dentro del metro. Las personas de su alrededor, una mujer de unos 50 años, dos jóvenes de 25 años y un hombre de unos 60, intentan hacer ver que no la oyen. Pero eso es imposible.
La chica canta algún son parecido a esas melodías de rituales africanos que hemos visto, alguna vez, por TVE2. Las dos jóvenes se ríen sin parar, incluso una intenta secarse las lágrimas con disimulo.
Al ser las 8 de la tarde el metro está hasta los topes. La gente se apreta para entrar en el vagón, se pisan, se pelean por un hueco en las sillas negras y se cogen de donde pueden. Y sigue cantando esa chica: "aahhyaaa... ayauuuhh, ayayayayaaaa UUUUHHHHHAAAAAYYYY.... AYAYAYAA..." De pronto a un ejecutivo se le desparraman los papeles que tenía en la mano. Las dos jóvenes explotan, esta vez sin reprimirse, y sueltan dos carcajadas que resuenan en los oídos de los viajantes. El pobre hombre se agacha para recoger los documentos, un turista lo ayuda y un chico con rastas también se agacha para facilitarle el trabajo. Al levantarse con el fajo en las manos se le cae el maletín y salen rodando unos cuantos bolígrafos. Un boli bic por allí, un Pilot choca contra la puerta, unos lápices contra los pies de alguien...
"Ayayauuh.. ayaya... uuuayayayaeeeeeoooo..."
"Jajajajajajaja...jajajajajajaja... AAAHHH!!! Jajajajajajajaja..."
"Pròxima parada Sants Estació, correspondència amb línia 5 i ferrocarrils de la Generalitat"
Bueno... aquí viene lo divertido. El tramo que hay de la estación de Tarragona hasta Sants destaca por sus dos curvas traicioneras. Si el conductor del metro mide su velocidad, los viajantes se inclinarán al son del vagón, pero si el chofer apreta más de lo normal... los vagones se convierten en cajas-sorpresas en manos de un ansioso niño. Y pasó.
Volvieron a caer los papeles. Se cayó la guitarra de un joven. La chicas siguieron riendo. La mujer negra gritaba a todo pulmón. Un grupo de japoneses se agarraban a donde podían. Una niña gritaba el inconfundible nombre de su madre. Y pasó. Pasaron las curvas. Pasaron los papeles. Pasaron las risas y los cantos tántricos. Ahora sólo había silencio.

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